Mercedes Strickler Khalov nació el 21 de diciembre de 1916 en la zona rural de Humboldt (Pcia. de Santa Fe), donde sus abuelos suizos y alemanes habían sido los primeros colonizadores de los campos de la zona. Desde temprana edad comenzó a colaborar con su familia en las tareas rurales, de modo que sus días alternaban entre el campo y algunas salidas al pueblo de Humboldt, distante a 10 km. de su hogar. Allí iba para los festejos de carnaval y algunos bailes que terminaban a la una de la mañana. Un día de 1939 llegó a Humboldt un conjunto teatral integrado entre otros artistas por Ramón Sixto Ríos (1913 - 1994), nacido en la ciudad entrerriana de Federación. Era un joven muy apuesto que tocaba la guitarra y que en uno de los intervalos de la obra en donde se bailaba, quedó deslumbrado por una joven rubia y muy hermosa que estaba con un grupo de amigas. Ella, de 24 años, no era otra que Merceditas -como todos la llamaban- y lucía un vestido blanco. El, de 27, estaba muy elegante con su traje azul. La invitó a bailar, charlaron y se hicieron amigos, sin pensar que ese sería el origen de una historia de amor que se convertiría en una de las canciones más románticas de la música del litoral argentino. El romance se dio a la vieja usanza. Sin tutearse, Ramón y Mercedes iniciaron una relación amistosa que, cuando el músico debió regresar a Buenos Aires, continuó por carta a lo largo de seis meses. Embelesado, Ramón con toda resolución tomó un colectivo rumbo a Santa Fe y llegó a su casa con los anillos para ofrecerle casamiento. Los padres de Mercedes estaban de acuerdo, pero ella no: "Simplemente me arrepentí" -diría después. Cinco meses después, Merceditas estaba en la cocina de su casa y escuchó por radio un chamamé pegadizo que le llamó la atención. "Enseguida me di cuenta: la letra tenía frases enteras que Ramón me había dicho personalmente".
Que dulce encanto tienen tus recuerdos Merceditas,
aromada florecita, amor mío de una vez...
Luego Ramón contrajo matrimonio, pero la felicidad duró poco, ya que al cabo de dos años enviudó. Volvió entonces a proponerle casamiento a Merceditas, pero ella nuevamente lo rechazó, demasiado apegada a una soltería que le permitía hacer cosas poco usuales para la época, como usar ropa de cuero y andar en moto. Merceditas era poseedora de una belleza como pocas, grandes ojos azules transparentes, pelo rubio como el trigal, de una personalidad segura y libre, con fuerte arraigo a su lugar, todo lo que sin dudas cautivó el corazón de aquel hombre. El patio de la humilde casa donde residió, estuvo siempre coronado de glicinas, y en él se cobijaron perros, loros, muchos gatos (amigos y únicos compañeros de toda la vida) mudos testigos de una increíble historia de vida que dejó de existir en la ciudad de Esperanza, un domingo 8 de junio de 2001, luego de que se le detectara una enfermedad terminal. Fueron 84 años de vida en los que se fusionaron la realidad y la leyenda, alimentada en la imaginación popular por la fuerza arrolladora del amor que no pudo concretarse pero que si supo proyectarse para siempre en cada canción que inmortaliza su recuerdo. Merceditas fue la musa inspiradora que trascendió para palpitar en el corazón hecho canción.
Condensado de un artículo de Alicia Brunás (Edición Uno - 07-11-2003)
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