La Salamanca: La salamanca es la residencia del tío ( el diablo, mandinga, el malo, Zupay, son algunas de sus denominaciones en la Argentina ). Allí, acuden además las brujas como doncellas de hermosos cuerpos, lujosamente vestidas o semidesnudas ( a veces solo tienen un pañuelo para bailar ) ; los brujos, los aparecidos, las almas condenadas y los hombres y las mujeres que desean realizar un contrato. Todas las noches hacen una gran fiesta y la música se oye a un kilometro a la redonda: el golpe de las cajas, las guitarras, los cantos y las voces de la gente que habla. Se sirven los más deliciosos manjares, vinos de todas las clases en copas de oro. Pero lo más maravilloso de todo es la música que atrae a quienes andan cerca especialmente a los borrachos, que sin darse cuenta, se mezclan con los que se divierten en la Salamanca. Algunos describen las Salamancas como escuelas donde los profesores son diablos. En nuestra provincia se han recogido noticias de Salamanca en el departamento de Figueroa, en la Banda , en Rio Hondo (una de las mas importantes) y en Salavina. No todas funcionan los mismos días. La mayoría realiza fiesta todas las noches hasta el primer canto del gallo al amanecer, sonido que deshace todo aquelarre. Sin embargo existen algunas que abren sus puertas solo los martes y los sábados desde el atardecer y muchos afirman que hay Salamanca de 12 hs. a 13 hs., por la tarde al oscurecer y de 24hs. a 1hs. Quienes han ido a buscar de día la entrada no la encuentran. Lo mas apropiado para los que deseen entrar será intentarlo los sábados a la medianoche, pues no existe ninguna en todo el país que no este abierta esos días. El diablo puede aparecer de diversas maneras al forastero que atraviesa su territorio o que se atreve a buscarlo; pero lo frecuente es que llegue montado en un caballo blanco o en una mula negra; vestido de gaucho con botas y bombacha. Su vestimenta revela gran elegancia y riqueza; pero la cara no se logra distinguir. El encillado lleva todas las prendas de plata y las riendas, las espuelas y los enchapados producen al andar el ruido del metal. el diablo brilla en la noche de luna e invita a pasar a la fiesta. Otras veces es un niño desnudo que llora de frío, pero que cuando ríe, muestra agudos dientes y echa fuego por la boca. Sin embargo hay quienes lo han encontrado en actitud más cotidiano cebando mate. Habla a los hombres de la forma de conseguir grandes y fabulosas riquezas y los invita a firmar un contrato. Convida licor y toma junto a los infortunados. Quienes acamparon cerca de alguna Salamanca porque iban viajando y fueron invitados por el diablo y las brujas a la fiesta, cuentan que han pasado la noche allí; pero al alborear, sin saber como ni porqué se han encontrado en el mismo lugar donde habían acampado, en la cama que habían tendido en el suelo. Todos los paisanos saben que es muy difçícil embromar al diablo y a los brujos y brujas; pero hay algunos como el viejo Miranda que lo han logrado. Los hombres que han ido a ver al diablo, y han realizado tratos con el cambian de carácter, se hacen mas taciturnos y reservados como si anduvieran pensando en el convenio hecho. Los de carácter mas débil llegan a enloquecer. Quienes no quieren hacer trato con el, pelean. A estos hombres le sale sangre por la nariz varios días. Todos coinciden en que una vez adentro se debe tener mucho coraje pues hay que pasar por determinadas pruebas (que varían según el lugar). Por lo general aparecen animales peligrosos (tigre, leones) o ponzoñosos (serpientes, arañas) en diversas entradas sucesiva; hay que estar tranquilo, como si nada, pues de hecho se trata de pura apariencia (si el aspirante tiene miedo, puede volverse loco). Luego hay que escupir o pisotear imágenes religiosas de santos o del mismo Jesucristo y debe renunciarce a la propia religión; si alguien pronuncia el nombre del Salvador, desaparece todo. Hay habitaciones con muebles de oro. Un salón lujosamente alumbrado donde en vajillas y copas de oro se sirven los manjares mas exquisitos, los vinos y las bebidas mas variadas y deliciosas. En carnaval, ocurre que los integrante de algunas Salamancas salen a festejar yendo de un lugar a otro. No se los puede ver pero se oye la música, las risas y los cantos. Entonces, la gente se persigna.
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